miércoles, 8 de agosto de 2007

DESDE EL CORAZÓN, DE AMÉRICA. Fantasmas



Esta mañana me he despertado con esa extraña sensación de no saber dónde estás, pero entonces he visto el calcetín que había utilizado la noche anterior para tapar un agujero de la mosquitera y he recordado.
La luz del sol que entraba por las ventanas rotas dejaba ver lo sórdido de la habitación.
Cuando fui a recoger mis cosas vi que mi mochila se movía.
“Estos somníferos me están deshaciendo el cerebro”, pensé.
Me acerqué a la mochila, la abrí y entonces un ratón saltó de entre mi ropa, rebotó en mi pecho y corrió a esconderse.

Un ratoncito.

Me agaché a buscarle para verle de cerca, pero estaba asustado y se quedó quieto tras una de las patas de la cama.

Toda la mañana ha diluviado y hemos ido de escuela en escuela, recogiendo las necesidades que nos manifestaban los profesores. La verdad es que no hacía falta que nos dijeran nada: suelos destrozados, comedores sin mesas ni sillas, aulas sin ventanas que protejan a los niños de la lluvia…
Tanto por hacer…

Al volver a San Carlos, ya tarde, mi cámara había desaparecido, no sé de dónde, ni quiero desconfiar de nadie.
Mis padres me enseñaron desde pequeña a no lamentarme por las pérdidas materiales, a no sentir apego por las cosas, pero ahí está la sensación incómoda de pensar quién habrá sido.
A partir de ahora, y hasta que compre una nueva en Managua, haré fotos con una de las cámaras de la oficina.
He puesto una absurda denuncia en la policía.
Hice bien en aceptar el portátil de la organización, ahora veo que tampoco San Carlos está libre de pecado, y al menos este ordenador está asegurado. El mío espera en Barcelona, descansando.
Al llegar a casa había un hombre desconocido sentado en la entrada, y unas miradas extrañas en las caras de Scarlet y las niñas, he pasado de largo, saludando tímidamente, y he cruzado el patio hasta llegar a mi habitación.

Al cabo de un rato Scarlet ha llamado a mi puerta, nerviosa, y me ha explicado que ese hombre era el padre de las niñas, que había aparecido de repente, después de 9 años, cuando las abandonó sin decir nada más, hasta hoy.
Las niñas estaban calladas sin entender. Y su madre estaba asustada.
Acostamos a las pequeñas y Scarlet me contó toda la historia de su fracasado matrimonio, atropelladamente y con el miedo de una niñita que se hubiera perdido en un túnel en plena noche.
Intenté calmarla pero no supe cómo y pensé que debía dejarle descansar.

“Tengo que salir, pero vuelvo pronto”, le dije.
Quería enviar los informes de los dos días anteriores y sabía de un lugar, algo alejado, donde conectarme de noche.
Y me fui sola.

El alcoholismo en este rincón del mundo es un mal endémico peor que el dengue.
A mi paso me crucé con muchos borrachos que se acercaban a mi susurrando porquerías, y entonces yo encendí mi iPod, como si la música del piano me llevara lejos de esas caras oscuras, de esos cuerpos tambaleantes y de sus babas, y me transportara volando al soleado ático de Gloria, a las teclas blancas del piano bajo mis dedos y a su voz junto a mi diciendo “más despacio, respira”.
Envié mis correos desde una casucha sucia llena de insectos, el generador hacia temblar todo…
Al salir de allí todo se iluminó por un segundo y cayó sobre aquel rincón de ninguna parte una inesperada tormenta. Empecé a correr, de portal en portal, a oscuras, empapada, hasta que me di cuenta de que me había perdido.
Anduve más de una hora, protegiendo mi USB, sin cobertura en mi flamante móvil nuevo y sintiendo la ropa pegada, caliente sobre mi cuerpo.
Cuando llegué a la calle vi a Scarlet corriendo hacia mí y preguntándome a gritos dónde estaba, yo también corrí hacia ella, y cuando nos encontramos, me abrazó asustada.
08/08/07


2 comentarios:

  1. Me encanta entrar al blog y encontrar nuevas crónicas. Gracias por traernos estas realidades que a veces parecen de novela, pero tienen el valor añadido de saber que existen. Me parecen tristes, a veces, otras sorprendentes. Cuídate de tanto insecto. La Maga.

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  2. Hola amiga:
    Gracias a ti por leerme y por comentar tus opiniones. Te debo un mail sobre el tema de Tabucchi.
    Un beso y hasta ahora mismo.
    n

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