martes, 28 de agosto de 2007

DESDE EL CORAZÓN, DE AMÉRICA. Dálmata


Mis dos grandes fortunas son mi familia y mis amigos. Dicen que a los amigos los escoges pero que a la familia no. Si yo pudiera escoger a una familia escogería a la mía, mil, un millón de veces.
Los amigos no los he escogido, han ido apareciendo y se han ido quedando. Casi ninguno se ha marchado.
Todos ellos forman la parte buena que hay en mi.
Pienso en ellos constantemente, en todos.
Hoy me he acordado especialmente de una amiga.

Marce es un corazón cubierto de niña bonita.
Llegó a mi vida “de rebote”. No la necesitaba, yo ya tenía todo, y apareció ella. Vino a unirse a un racimo de perlas perfectas y se quedó pegadita en un extremo, para no separarse nunca.
Marce y yo tenemos una canción que escucho todas las mañanas para borrar rápidamente las pesadillas de la noche anterior.
Una vez, bajo el sol de Sevilla, vi como le temblaban las piernas al hablar de alguien a quien quería. Esa fue la primera vez que me hizo llorar.

Marce hace que Ghandi, a su lado, parezca un vendedor de coches usados.
Probablemente unas cuantas gotas de egoísmo harían que su vida fuera más sencilla y de paso que a mí me fuera más fácil estar lejos de ella.
Dejó de lado, en pleno apogeo, una exitosa carrera en el deporte porque le pareció más importante ayudar a los demás. Ahora pretende cargar los problemas del mundo sobre sus fuertes hombros de tenista.
A veces me gustaría cubrirla con un paraguas de oro para que no se me rompiera, de tantos golpes que le quiere dar la vida. Pero ella cogería ese paraguas y se lo daría a otro.
27/08/07

No hay comentarios:

Publicar un comentario