lunes, 10 de septiembre de 2007

DESDE EL CORAZÓN, DE AMÉRICA. Spaaaaaaaaaaaaa


Llevo tres días en Managua y he comido más que en toda la semana anterior. Me siento regordeta y sana. Aquí veo más caras, leo más periódicos y trabajo con luz y conexión todo el día. Sólo va a durar una semana, pero voy a aprovecharla al máximo.
Ya no me parece extraño ir a trabajar con chófer ni que por la calle no se vean más personas que las que mendigan en los semáforos. Aquí está muy claro, sólo los pobres caminan, porque a los ricos les asaltan. Yo no soy rica, desde luego, pero el portátil y el iPod me convierten en una presa apetitosísima para ladrones y asesinos. En Nicaragua más de 400.000 armas de fuego están en manos de civiles.

Al terminar una jornada de sólo 11 horas (me parece que estuviera de vacaciones), me he dado el regalo de la temporada. Me he ido con mi prima a un Spa.
Hace cuatro meses estuve en Bangkok y me dejé sobar en varios establecimientos de esos que te tocan hasta el páncreas, pero no tenían muchos recursos y el servicio era despersonalizado “una turista más que viene a que la manoseen, que pase”. Chiringutos de belleza barata, ideal para los que como yo, llegábamos de un país perdido, con olor a pobreza y olvido.
Aquí me han atendido chicas muy amables que comentaban entre ellas mi tipo de piel, de pelo y no sé que más. Se quedaron horrorizadas al ver las heridas de las picadas, pero alabaron el buen estado de mis pies, “es que hace mucho tiempo que no uso tacones”, les expliqué.
Cremas, perfumes, masajes… Placer físico puro, sin consecuencias, desengaños, ni responsabilidades posteriores, sólo pagas y ya.
Me endosaron una cantidad enorme de productos que, según ellas, eran absolutamente imprescindibles para mi vida, los compré todos. Siempre he sido muy fácil de convencer. Al final me había gastado allí más que en el total de los últimos dos meses. Prometo que sentí que lo merecía.

Por la noche, mientras cenábamos juntos, he sentido que formaba parte de esa familia, no como alguien que llegó de España a visitarles, sino como si siempre hubiera estado allí. Reímos, discutimos, aparecemos en pijama con legañas por las mañanas, nos damos besos de buenas noches…
Esta noche, al abrazar a mi abuela me ha dicho “qué bien huele, mi tierna”
10/09/07

2 comentarios:

  1. QUERIDO RATONCITO,PERMITEME LLAMARTE ASI, POR QUE LO SIENTO,COMO MILES DE PERSONAS QUE CADA VEZ ESTAN MAS ENGANCHADAS A TUS NOTAS, POR QUE SON VERIDICAS,Y LA VIVIMOS CONTIGO DIA A DIA,EMPEZE A LEER EL 27 DE AGOSTO,Y ESTOY SEGURA QUE ERES LA PERLA MAYOR DE TODAS ESAS OTRAS PERLAS,Y QUISIERA TENER UNA RED, PARA PROTEJERTE Y NADA TE CONTAMINE,CUIDATE Y DESCUIDA QUE TUS PADRES DEBEN ESTAR GORDISIMOS DE ORGULLO CONTIGO,POR SER COMO ERES, SIGUE ASI.ESTOY JUNTO A TI,TODOS LOS DIAS, GRACIAS,GRACIAS

    ResponderEliminar
  2. Vaya,
    qué bonito...
    No creo que haya perlas más grandes que otras, sólo sé que soy muy afortunada.
    Gracias por tus palabras tan bonitas y por acompañarme. Me alegro de entretenerte con mis crónicas.
    Un beso sonrojado...

    ResponderEliminar