5.30 A.M. gritos, risas, saltos, criadas correteando para intentar poner uniformes… aquí los horarios son diferentes, ya me acostumbraré.
Mi tío y yo salimos hacia el aeropuerto, la forma de conducir nicaragüense es una locura.
- Tío, ¿usted nunca ha matado a nadie conduciendo así?
- Conduciendo no.
…
En el aeropuerto nadie sabe nada de mis maletas. Estoy horrorizada. Dicen que ya me llamarán.
De vuelta al centro mi tío dice que me va a llevar a la oficina de GH Managua, le digo que no se preocupe, que ya iré sola.
- Prohibido ir sola a ningún sitio, prohibido subirse a un taxi, prohibido caminar por la calle… Managua es peligroso y vos sos una chelita (rubia) ingenua.
Primer contacto laboral con la gente de aquí: otro ritmo, otra forma de hacer… me va a costar no perder los nervios.
Anulo mi pasaje a San Carlos otra vez. Es imposible e inútil viajar allí sin mis cosas.
Paso el día intentando enviar correos (la conexión es nefasta) y buscando noticias de mis maletas. Por la noche se unen a la cena familiar mi otro primo con su esposa e hijos. La imagen es de un capítulo cualquiera de “Dallas”: sentados en el jardín bebiendo, rodeados de niños, sirvientas y una gran batería de pick ups en la entrada de la casa.
Llevo tres días con la misma ropa.
Me acuesto borracha otra vez.
16/07/07
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