lunes, 16 de julio de 2007

DESDE EL CORAZÓN DE AMÉRICA. Perdón, ¿y mis malditas maletas?

5.30 A.M. gritos, risas, saltos, criadas correteando para intentar poner uniformes… aquí los horarios son diferentes, ya me acostumbraré.
Mi tío y yo salimos hacia el aeropuerto, la forma de conducir nicaragüense es una locura.
- Tío, ¿usted nunca ha matado a nadie conduciendo así?
- Conduciendo no.

En el aeropuerto nadie sabe nada de mis maletas. Estoy horrorizada. Dicen que ya me llamarán.
De vuelta al centro mi tío dice que me va a llevar a la oficina de GH Managua, le digo que no se preocupe, que ya iré sola.
- Prohibido ir sola a ningún sitio, prohibido subirse a un taxi, prohibido caminar por la calle… Managua es peligroso y vos sos una chelita (rubia) ingenua.
Primer contacto laboral con la gente de aquí: otro ritmo, otra forma de hacer… me va a costar no perder los nervios.
Anulo mi pasaje a San Carlos otra vez. Es imposible e inútil viajar allí sin mis cosas.
Paso el día intentando enviar correos (la conexión es nefasta) y buscando noticias de mis maletas. Por la noche se unen a la cena familiar mi otro primo con su esposa e hijos. La imagen es de un capítulo cualquiera de “Dallas”: sentados en el jardín bebiendo, rodeados de niños, sirvientas y una gran batería de pick ups en la entrada de la casa.
Llevo tres días con la misma ropa.
Me acuesto borracha otra vez.
16/07/07

No hay comentarios:

Publicar un comentario