sábado, 15 de marzo de 2008

TIGRE Y DRAGÓN. Hombre, mira, Katmandú.


Durante el trayecto, me ofrecieron comida (o cena, ya no se qué era):
- Vegetariano o pollo
- Pollo otra vez? No, dame la verdura, chata.
No será picante, verdad?
- Sí
- Entonces el pollo
- El pollo es muy picante
Había casi agotado mis reservas españolas, durante las esperas me había comido ya 6 piruletas, 8 huesitos, un paquete de espirales de regaliz roja, unos kikos barbacoa y unos Halls de miel y limón.
Me quedaba un mínimo reducto de sabor a casa: una destrozada pero todavía digna Pantera Rosa.
- Entonces el pollo o los fideos con verdura?
- Un Bloody Mary.

Al llegar al aeropuerto me dejaron pasar sin hacer colas por el pasillito de los cargos oficiales. Mola.

Un taxi me llevó a través de un tráfico absolutamente loco.
Aquí la gente conduce por la derecha, bueno, conduce por donde le sale del karma, pero tienen el volante a la derecha. Ya vine avisada de esto pero durante el trayecto me comprimí como un armadillo en mi asiento deseando llegar rápido.

El hotel: una monada, del estilo de los que rodean Kao San Road en Bangkok, con su terraza con grandes árboles, películas pirata en pantalla gigante y llenito de jóvenes americanos, canadienses y australianos de esos que se pasan un año viajando antes de empezar una vida horrible.

La habitación austera, el baño sin puerta, armario sin perchas ni estantes, el wc sin tapa.
Minimal Hymalayan Style, quise pensar.

- Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing
- Sip?
- Namesté (Hola)
- Qué
- Han venido a recogerle

Bajé y allí estaba Surendra uno de mis compañeros en este lado del mundo.
- Es demasiado tarde para llevarte a la oficina, daremos un paseo
“Que sea cortito”, pensé. Llevo tanto tiempo sin dormir que me he encogido.
Caminamos por la zona de los turistas, la mía. Por todas partes había tiendecitas con artesanía de lana, piedra y madera. Collarcitos, pulseras... ais, a veces me gustaría ser hippy para poderme comprar estas cosas.

- Ahora te llevaré a un palacio-
Pensé que toda mujer había querido escuchar eso alguna vez y acepté.
- Hay que salir a una zona mucho más densa y pobre. Pero tienes que ponerte una mascarilla.
- ¿Qué dices? Si me corté las puntas hace dos semanas.
- Para el pelo no. Para respirar.


Me di la vuelta y miré hacia la carretera, todos y todas llevaban mascarillas de quirófano, pañuelos o trapos tapándoles la cara.
La polución aquí es un desquicie, los bebés nacen enfermos, las melenas de las chicas brillan opacas por la grasa, los hombres escupen una pasta grisácea y los ancianos se apagan ennegrecidos como las velas baratas.

Caminé entre la gente, las vacas y los niños mendigo y me sentí como en una película antigua de las que narraban su imaginado futuro, con mi mascarilla, esquivando la miseria, para que no nos hiciéramos daño la una a la otra.

5 comentarios:

  1. Hotel como el de Bangkok? Qué fue de aquella devorabagpackers? Dicen las malas lenguas que has colgado las botas... No será verdad!!!
    Beso
    P.

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  2. "¿Qué dices? Si me corté las puntas hace dos semanas."

    Ais dios mio... no digas estas cosas que me he atragantado de la risa...

    por dios... que bueno

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  3. Ricarduuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
    Ay! qué te quiero mas!!!!!!!

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  4. Espero que no hayas vendido todavia los derechos de tu viaje...es tan gracioso que no se si has estado toda la semana en casa pensando el guión. Como te cruces con Harpo Marx empezare a sospechar...

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  5. Juan! Eso nunca lo podrás deMostar!!!!!!

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