15 de abril de 1991

- ¿Quieres salir conmigo?
- Pero, si tú me odias!
- No, es sólo que me pones nervioso.

Su prosa no daba para más, eran muy jóvenes, aunque a los dos les gustaba mucho escribir.

El tiempo al pasar no les dio instrucciones de cómo hacer madurar los sentimientos y los años se les fueron echando encima dejándoles como a un niño con la ropa pequeña.

Uno, dos, tres, diez, ni se sabe cuántos años más…
En la vida, como en un cuadro, aparecían los dos. Nunca hubo por qué imaginar que las cosas fueran de otra forma.

“Pero, ¿estáis enamorados”?
Ellos se encogían de hombros y pensaban “¿Por qué no nos dejáis en paz?”

Crecieron juntos.
Los noventa fueron suyos, de él y de ella.
La música de entonces se grabó para siempre en sus mentes y, aunque quisieran, ya no podrían borrar eso.
Los vaqueros caídos, las pequeñas camisetas de colores, los cuerpos tan delgados...

El desprecio por lo banal de la comida, la locura de la química, los besos, los conciertos…

Los libros, Londres, miles de cd’s, Play Station, anestesia de colores…

Cuando la vida se vengaba en forma de pesadillas, ella corría, asustada, con unas zapatillas azules perseguida por el monstruo de las decisiones que no quería tomar.

Pasaron más años y se fueron terminando las excusas.
Pero ella siguió corriendo.

Él quería tener hijos, ella quería viajar y lo suyo era ya demasiado raro para no rozar lo grotesco.
Ella continuó corriendo, escapando del monstruo.

Él ahora tiene una novia embarazada y ella un pasaporte lleno de visados.

Ha corrido tanto que ya no sabe pararse apenas ni a beber agua…

Hoy se cumplen 17 años de aquel 15 de abril.