domingo, 2 de septiembre de 2007

DESDE EL CORAZÓN DE AMÉRICA. Que le den a Alicia


Esta mañana volvió la electricidad a San Carlos.
No os dejéis engañar por esta señal de progreso, el pueblo está muerto, hoy es domingo.

Septiembre ya. Julio pasó lento, agosto aún más, casi se quedó; y ahora septiembre: mi tercer mes en Nicaragua, mi tercer mes trabajando una media de 70 horas a la semana. El tercer mes sin mi Raval y sin las personas que más quiero.
En mi opinión hay una forma clara de determinar cuando, estar lejos de casa, pasa de ser un viaje largo a un “estar viviendo fuera”, y eso es cuando un día estás en el baño, abres el neceser y ves que se te ha terminado la pasta de dientes, el desodorante, el gel, el champú y el acondicionador de cabello. Ahí dices “joder, sí que llevo tiempo aquí”.

Hoy, al levantarme y ver que mi mundo sí podía funcionar abrí todas las llaves de agua de la casa y llené barriles y palanganas.
A las niñas les preparé un Isla Fantasía tercermundista con cubos y ollas y nos bañamos en el patio riendo felices. Mis princesas se conforman con tan poco… No saben qué es una nintendo ni una barby, ellas se pelean por ver quién barre la casa o enjuaga mi ropa.
Después del desayuno las he dejado jugando y he ido a la oficina a trabajar, a recuperar lo perdido si eso es posible. Todo el día…
Se me olvidó comer y a las cinco de la tarde me llamó Scarlet para pedirme un favor, el primero en todo este tiempo. Un amigo suyo había muerto y debía marcharse para asistir al entierro.
- ¿Te podés quedar con las niñas?
- Claro.

Volví a casa y les preparé una cena rica.
- Leénos un cuento, leénos un cuento
Se me terminaron los que tenía el portátil y el único que pudo prestarme Xiomara fue Alicia en el país de las maravillas. Tres niñas preciosas sedientas de literatura infantil y yo sólo tenía para ofrecerles el desparrame lisérgico de un pederasta.
Todo lo que escribió Lewis Carrol es una basura, en mi opinión, y a las niñas tampoco les gustó. Intentaron escucharme pero se distraían y terminaron pidiéndome que lo dejara. Les di la razón y prometí traerles pronto El Principito, definitivamente lo mejor que se le puede leer a un niño. Como medida de urgencia les dije que les iba a contar unas fábulas clásicas, cuentitos cortos que enseñan cosas, les expliqué.
Y así pasé una hora, mientras ellas escuchaban atentas al principio y empezaban a derrumbárseme de sueño al de un rato. La primera en caer fue Vicky, la bebé, después Francesca y la última fue la brujita mediana, que se quedó sentada en la cama con los ojos cerrados y la boca abierta, enseñando el huequito donde hacía poco hubo dos pequeños incisivos.
La recosté y dejé la luz prendida, como ellas me pidieron antes y entonces oí su vocecita que me llamaba.
- ehhh…
- dime
- ¿qué es una sigarra?

Atravesé el patio con una sonrisa en la boca y después de leer un poco a Tolle me acosté, como siempre, del lado del corazón.

2/09/07

2 comentarios:

  1. Cada dia te leo, es mi mejor momento del dia, me encanta como escribes, y me parece increible las aventuras que estás pasando, te veo mas fuerte que nunca.
    te mando un fuerte abrazo cuidate mucho y dime cuando vienes a L.A.!!!!!!!

    te quiero mucho
    Lu

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  2. El único vídeo que mis hijos nunca han visto de un tirón es... Alicia en el País de las Maravillas. Tienes toda la razón en tus apreciaciones; realmente, nunca he entendido su éxito. Es un tostón para las niñas y un verdadero coñazo para los niños.

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