jueves, 13 de septiembre de 2007

DESDE EL CORAZÓN, DE AMÉRICA. Nunca morimos.


Nunca he tenido miedo a la muerte, hasta hace muy poco porque era algo que no me había planteado: uno de tantos temas profundos sobre los que las personas inteligentes reflexionan mientras yo veo películas de puñetazos o me como un bocadillo de pan con Nocilla mirando la pared de la cocina.
Pero desde hace ya bastante tiempo no tengo miedo a la muerte simplemente porque la muerte no existe.
Me explico:
Hace unos años conocí a uno de los hombres más inteligentes del mundo. No lo digo yo, es uno de los nominados al Nobel de física. Tal cual.
“¿Y de que conoces tú, so pertarda, a alguien así?” Pues de la forma más insospechada y con todos los puntos para que cada uno pasara por la vida del otro sin dejar huella. Pero como él diría, tenía que ser así. Qué bueno.
Las casualidades no existen.
J. y yo nos hicimos amigos rápidamente. Él iba a estar una temporada en Barcelona antes de volver a la Universidad de Saarland, donde estaba desarrollando un proyecto de física. De allí fue a Tailandia, China y luego a Trieste y adonde la física le llevara.
A pesar de la distancia y de la obvia diferencia de CI, hemos mantenido siempre una bonita relación. Nos escribimos cada uno desde el lugar del planeta donde las circunstancias nos coloquen, J. tiene un sentido del humor delicioso y siempre consejos reconfortantes para mis desvelos. Su enfoque para cualquier clase de materia es para mí siempre revolucionario y nuestras conversaciones encienden todas las luces en la residencia de mi mente.
J. es otro doblón de oro en el cofre del tesoro de mis amistades.

Una noche, cuando aún estaba en Barcelona, entre copas de Duero y quesos exquisitos surgió el tema de la muerte. J. me contó que las personas jamás mueren. “Qué buen rollo” pensé. La explicación (en mi básica expresión, que poco tiene que ver con sus palabras acertadas y concretas) es que al relacionarnos con otras personas nuestros átomos -porque somos pura materia y átomos- chocan y producen energía formada por esa unión única, por ese momento. Esa nueva energía creada está en el aire vibrando en diferentes frecuencias y nunca se destruye. Así, aunque nos pudramos en un frío nicho o ardamos en un crematorio, no morimos, porque el habernos conocido y el haber sentido algo los unos por los otros, creó la parte eterna de nosotros que revolotea en la atmósfera. Aunque nos olviden, aunque nos odien, que se jodan, no morimos. Mi adorada abuela paterna está conmigo, y Gaspar, mi primer novio, también, y todos mis perros y mis hámsters. Si un día cualquiera, en San Carlos, todos los mosquitos se ponen de acuerdo y terminan por chupar toda mi sangre, da igual, estaré cerquita vuestro, siempre molestando. ¿No es significativo que las partículas de altas energías se llamen “rayos penetrantes”?
Nuestra esencia molecular está en el aire y perdurará por los siglos de los siglos.

Esa idea me hizo pensar en lo importante que es que esos choques de moléculas sean positivos, que esos encuentros y fusiones se basen en relaciones llenas, en entrega, en pasión y en lealtad… Aunque sólo sea para no contaminar el ambiente.

En nuestra correspondencia más reciente el tema protagonista es la cooperación, y más concretamente, los sentimientos contradictorios sobre el tema que últimamente me ocupan el pensamiento. Todo se puede analizar de muchas formas: política, periodística o socialmente. Me atrevo a copiar una parte aquí de su último correo, para que tengáis la oportunidad de ver esta problemática desde el prisma de la física cuántica, y en palabras de un genio:

n!-quería decirte dos cosas que me quedaron, una es que te felicito por el padre que tienes, le dije a un amigo el día que te conocí, -he conocido hoy a la hija de un samurai, un sensei,... - y mi percepción estuvo buena pero veo que me quede corto, mi memoria aunque buena no es tan nítida, pero me alegro de saber quienes somos todos los que estamos!-como siempre desde hace unos días discutimos en el network de los que estudiamos en el instituto balseiro, el net de los genios, que dicho sea de paso es un net muy salvaje donde decís algo y te cortan en pedacitos con la respuesta, esta muy bueno para ponerse a prueba, ...desde hace unos días discutimos la distribución de ingresos y la de la riqueza, parece ser que la especie humana, responde a una ley matemática que, leída en el plano social, es Injusticia!¿Sabes que descubrí?, que uno de mis experimentos me permite interpretar esta ley que hasta ahora es un misterio, pues es independiente de las sociedades etc.descubrí que esta Injusticia se produce por una acción elemental y común a cada uno de los seres humanos, la acción de proteger a la familia, nuestra esencia como mamíferos, repetida millones de veces tiene como consecuencia un mundo injusto, donde no hay igualdad de oportunidades etc., guerras desocupación, etc. esto me dejo un poco pasmado, uffs. Esto es: el interés de uno es mas importante que el de la mayoría, en cualquiera de sus formas desde la familia al individualismo!, pues nadie antepone el interés de la mayoría al de uno, ninguno de nosotros los llamados dualistas lo haríamos!, solo en Vulcano pasaría una cosa así pero no en la tierra...
Chau, pasala un poco bien, ya veo que te estuviste mimando, ta bueno.

J.

13/09/07


2 comentarios:

  1. Que guay! Me encanta la teoría, sólo por ella J. se merece varios premios.

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  2. Si la religión es una de las formas que el ser humano tiene de vencer su miedo a la muerte, podría ser que este J se convirtiera en un nuevo mesías... jeje

    Sinceramente, yo y mi miedo a la muerte, no nos consolamos con pensar que mi energía se mezclará con las de los que me rodean y permaneceré hasta el infinito. Pero eso es algo banal que quizás no debería decir.

    En su lugar, diré que a veces especulo con la teoría de que existe un número limitado de átomos en el universo, que no se pueden crear, que nuestros átomos no desaparecen nunca y un día formamos parte de otra persona o de un tomate. Nos consolaremos con eso.

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