Diciembre 2007

Lo normal es que los cambios vengan con el año nuevo, con enero, vaya.
Para mí diciembre ha venido como un misil lleno de luces, música y caramelos.
Diciembre ha cambiado la impresión que parecía que iba a quedarme de 2007: el año de Asia y Centroamérica, del cambio de rumbo, de los nervios... El año en que me empeñé en buscar flores entre las piedras hasta que se me rompieron las uñas.

En diciembre se ha empezado a construir por fin la escuelita de Nicaragua que tanto peleé para que nos pagaran los japoneses.
También he sabido que seré tía.
Me he reencontrado con Yago que andaba perdido por Brooklyn.

Este mes he visto películas muy interesantes:
The Fracture lenta pero vale la pena por Gosling,
Smoking Aces tipo Snatch,
Hot Fuzz memuerodelarisa,
Shoot ‘em up Clive, Clive, Clive…

He bebido vinos excelentes y, hace sólo un par de días, me endiñé una botella de Flor de Pingus con mi señor padre.

Diciembre se ha llenado de poesía del Norte, humor de Cataluña, serenidad de Levante y un calor nuevo del Sur.
Al final ha sido en diciembre cuando las canciones han cambiado de dueño, cuando he estrenado corazón, cuando me acuesto con una sonrisa en lugar de un somnífero.

Busco en mi calendario y todos, todos los días y las noches de este mes han sido buenos.

El mes de la Sonata XIII.
El mes en que cambié mi casa.
El mes en que he empezado a respirar.

El mes de la calma y la alegría. Sí, a la vez.