viernes, 24 de junio de 2011

VIAJE AL PARAÍSO. Capítulo 2, Morro.

Y finalmente llegamos a Salvador de Bahia, dormimos un poco y nos levantamos temprano para iniciar al punto de la mañana el periplo a Morro de Sao Paolo, el preparaíso.


Una cosa hay que decir de los brasileños: todos sorben los mocos, o bien con la sola fuerza de la respiración o ayudados por la palma de la mano haciendo ventosa con las fosas nasales. Todo con mucho ruidito. Esta costumbre se extiende sin distinguir edades, clases ni sexo. Al rico moco, oiga.


En fin, taxi al puerto a pillar la lancha rápida , que en portugués se dice lansha gápida, llegamos a puerto y furgoneta, dos horas, otro barquito, parada para nadar y bucear. Cuatro horas de viaje cambiando continuamente de medio de locomoción. Llegamos a Morro y, ¿qué me encuentro? pues esto:

Para los brasileños, Morro es como para un catalán Ibiza, una islita de buen rollo, turistas, precios altos, rincones bonitos y playa, aunque todo en pequeñito, ningún edificio supera la altura de una palmera. Ahí estuvimos tres días, bañándonos en playas impresionantes, bebiendo soplecientasmil caipirinhas, hartándonos de langosta y con una sonrisa bastante boba en el careto todo el tiempo.










El hotel, que ahí se llama pousada, estaba frente a la playita, tenía su jacuzzi en la habitación, su desayuno de pasarte una hora comiendo y bebiendo café y su olvidarte de todo.



Si alguien quiere la info, que pida por ese teclado.



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