Ayer salí a la calle dispuesta a batir mi urban record de los 10km. Eso consiste en correr veloz entre modernos uniformados*, pakistaníes, prostitutas, yonkies y erasmus: callejonear a 5min/km como en un videojuego, ver caras de diferentes colores y, cuando ya han pasado rápidamente por mi lado, inventarme una historia sobre su vida.
Eso es lo que hago cuando corro por el Raval.
Desde hace poco existe un nuevo obstáculo en este entretenimiento, y son las excursioncitas culturales que algunas empresas turísticas utilizan para sacar pasta a los nuevos ricos de la literatura. Devotos de Dan Brown y otros criminales dedican su tiempo libre (fuera del viaje organizado/crucero de agosto) a perseguir los detalles de la basura que leen por las ciudades que la inspiraron.
Así, en el Raval, tenemos ahora a hordas de merluzos que buscan el dichoso cementerio de los libros olvidados de La sobra de la ventosidad, perdón, del viento, de Carlos Ruiz Zafón.
Quedaos en casa y seguid viendo la tele, por favor.
Como decía, esquivaba a mis moritos y a esta gente cuando me di cuenta de que se me desataba el cordón de mi maltrecha zapatilla. Me agaché para evitar pisar una caca con él y luego repartirla por mis deditos y, al terminar el doble lazo alcé la mirada y ahí estaba él.
Mi ex.
Yo llevaba el pelo sudado y recogido, una camiseta nike dry fit, unas mallas negras de licra, calcetines de deporte, zapatillas y un brazalete para el iPod.
- ¿Adónde vas? Dijo él obligándome a recordar aquella pregunta que tanto escuché de boca de mis amigos “pero qué ves en ese tío?, si es imbécil”
- A una comunión- Contesté yo
- Je je… estás igual que siempre- "Mentira, estoy buenísma y tú estás gordo como un planeta", pensé.
- ¿Qué haces en España?
- He venido a ver a la familia y a hacer un par de cosillas.
- Ya. Bueno, me voy que si no cogeré frío.
- Oye, podríamos tomar algo antes de que vuelva a irme, así me cuentas qué tal te va a ti.
- No sé, es que ando fatal de tiempo.
- Oye, siento que dejáramos de hablarnos así, ya ha pasado mucho tiempo. Creo que sería bueno para los dos. Piénsalo, vale?
Y seguí corriendo, confundida, parecía una gacela borracha, y me pregunté si quería verle y tomar algo con él, y recordar y recolocarle en mi memoria, en un nuevo lugar de repente…
Tengo la suerte de que todas mis exparejas viven en otros continentes (uno incluso en otra galaxia, diría yo) Pero, en casos como este ¿qué hay que hacer con los ex? ¿Hay que sonreír, ser cordial y tomar un café de vez en cuando, o hay que olvidar para siempre…?
Y decidí que no iba a verle, que era absurdo.
No hay nada que perdonar pero tampoco nada que recuperar.
No nos debemos nada.
Y corrí, y corrí, y corrí…
Nota: El moderno del Raval usa gafas gigantes de pasta negra, lleva flequillo largo pero pelo corto, viste camiseta vieja, un cardigan de su abuelo, un pantalón de pitillo negro o azul eléctrico que le sienta fatal PORQUE ESE PANTALÓN SÓLO LE QUEDA BIEN A LOS ROCK STARS, llevan una bolsa de algodón de publicidad y unas zapatillas Victoria de tela que han metido en una bolsa de basura que ha hecho girar en el aire durante una hora para que (por dios!!!) no parezcan nuevas.