A veces, a estas alturas del año, la gente te pregunta por las vacaciones con grandes expectativas, como deseando que le vuelques encima un carro de grandes noticias, tipo: sí, he tenido trillizos, he estado en Alaska castrando cazadores de focas, me he operado las tetas y ya no llevo flequillo.
A mí las vacaciones no me han cambiado en absoluto.
Sigo odiando a Alicia Keys -porque es perfecta-, sigo creyendo que iTunes es un caos, sigo teniendo alergia a las frutas con hueso y sigo saliendo de noche hasta reventar.
Anoche tuve una vuelta a los clásicos: copita de Martivilli en el Tragaluz (estoy absolutamente entregada a los Rueda), cena en Elj Apo Nés: deliciosos makis de foie!!!!! Y de allí a tomar la última en el Omm, donde Yago y yo, francamente afectados por el alcohol, nos quedamos atrapados en la puerta giratoria.
Al volver a casa, en moto, mientras conducía por la calle Aragón con un ojo cerrado y un coche de los Mossos detrás de mí pensé: “Nina, no vas en la variant de cuando tenías 14 años, esto no concluye con una reprimenda y a casa, ahora por conducir así entras en prisión…”
Me detuve en el siguiente semáforo, aparqué la moto y caminé hacia casa.
Para mí es a partir de ahora cuando tengo que pensar en hacer algunos cambios.