martes, 18 de noviembre de 2014

Volvieron a florecer las jacarandas



La primavera en Brisbane es absolutamente deliciosa, especialmente para el que haya crecido en una ciudad. Las flores, los colores y los olores son intensos y no tienen que pelearse con la polución para manifestarse. Las jacarandas revientan en color violeta que llueve sobre las calles y que viaja con el viento para terminar cubriendo como un manto el camino en esta ciudad perfecta, limpia, segura, honrada.





Por las noches el jazmín, intensísimo, emborracha la vuelta a casa tras el trabajo o el deporte.
Luego la ponciana toma la palabra y vence con sus flores rojo intenso toda posible discusión sobre quién manda en temas de color.

Hasta los alcorques son una fiesta. Por todas partes hay primavera: mientras en el resto del mundo empiezan el frío, el mal tiempo, el largo invierno, aquí se respira alegría, luz y la llegada del calor y de las vacaciones.
Y esta, para mí, ya es la tercera vez.

Ya nada es tan nuevo para mí en Australia, ya he viajado por toda esta inmensidad, he mirado a los ojos a animales diferentes, he perdido costumbres y he adquirido otras. He trabajado mucho y muy duro y así he podido conocer también al australiano que no sale en las revistas de surf, al cerrado, soberbio, el que odia todo lo de fuera, que critica e insulta al extranjero.

He cometido mil errores, los recordaré, creo. Ya no soy joven.

He tenido tiempo de querer y olvidar; aquí también me han hecho daño.
He metido en mi vida a personas que lo estarán siempre. He recibido con ilusión a los que nunca se fueron.
Mi pareja, mi compañero, me ha demostrado que sí se puede seguir en una nube después otro año, y otro, y otro más. Que las frases esas de “ya veréis cuando llevéis más tiempo” son sólo frustración y envidia.

Mi sueño australiano se ha cumplido, he ido llenándome de experiencia, de nuevos afectos, de historias, de objetivos alcanzados.

Y cuando todo está conseguido, es cuando hay que moverse. Hay que volver a buscar la aventura, el esfuerzo y las nuevas recompensas. Quedarse quieta no es una opción.

Siempre he relacionado la comodidad con la pereza, y la pereza para mí es un monstruo.

Esta es la última vez que veo florecer aquí las jacarandas.


Gracias, Oz.




Dedicado a Xavier, Sonia, Nerea, Marta, Jesús, Ivana, Kev, Joan, Núria, Lluís, Laura, Juanlu, Christian, Sally, Dave, Mamá Leona y los leones, Trish, Pru, Harriet, Bridy, Tess, Jill, Chris, Nat, Carlos, Leti, Laura, Miguel, Nora, Amir, Andy, Nick, Corinne, ... y M.

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