Otra vez el ratoncito sale de la madriguera, mueve el hocico para olisquear el aroma a oriente de su Raval querido y se va.
Este viaje es al más remoto pasado, a la raíz profunda, a la sangre.
El círculo se cierra.
El ratoncito que viaja, salta en los conciertos y bebe vinos ricos.
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