viernes, 27 de abril de 2012

Cosas de Australia 4. Obviamente…



…al día siguiente de ir a comprar todo lo que nunca llegaba y se necesita para tener un hogar, nos llamaron de aduanas y nos dijeron que el contenedor ya estaba aquí. 
Tres meses después de mandar nuestras cosas, sin tener ya esperanzas y 24 horas después de gastar cuatro veces más de lo que costaron en España nuestras cosas han llegado.

Primera reacción, sorpresa.
Segunda, alegría.
Tercera, cabreo.

Asimiladas todas las fases concretamos que al día siguiente a las 14 llegaba el camión y yo me encargaba de recibir todo, dado que el camión cabía seguro en el garaje, se me da bien calcular estas cosas.



Ñeeeeeeeeeeeeeeeeec, rascada en las paredes.

-       - Bueno, lo bajáis aquí, lo lleváis por el jardín hasta las escaleras y lo subís los dos pisos hasta casa, verdad?
-       - No


Y así fue como tuve que subir yo solita los 6 metros cúbicos de enseres, entre los cuales había dos bajos ESP y Rickenbaker, amplificadores, monitores, ordenadores, toneladas de ropa de cama y toallas y mil mierdas más que YA NO NECESITO.

Creo que lo mejor será que monte una pastelería, porque si no, ¿dónde voy a encontrar un cajón de la cocina para meter todo esto?




martes, 3 de abril de 2012

Cosas de Australia 3. Un mes aquí



Después de un mes aquí toca hacer un poco de repaso.
Leo los periódicos on line y se me cae el alma a los pies, y quiero que vengáis y os alejéis de esa vergüenza desmedida que es ya España. Pienso en mis padres y en general en los que ya no son tan jóvenes y no pueden acometer la aventura de empezar una vida de nuevo. Y me encojo un poquito.
También me pongo triste cuando hablo con mi suegra, porque es maravillosa, y divertida, y se le escapa una tonelada de amor en cada palabra y me dan muchas ganas de abrazarla y llenarla de besos.
Y siento también perderme ver la cara de Luna cuando nazca, y notar la felicidad de Simo e Isra de cerca.
Eso respecto a vosotros que estáis tan lejos…
Respecto a Australia, a Brisbane, a la vida aquí… todo está bien. Vivir aquí es fácil, es alegre, es como el clima.
La gente es honrada, respetuosa. Aquí nadie mira mal a un mendigo o a un borracho, aquí dan por sentado que todo el mundo es bueno hasta que te demuestre lo contrario. Y lo contrario no ocurre. Aquí no existe la picaresca mediterránea esa de, con mucha gracia, eso sí, intentar metértela doblada.
Se vive bien.
Si se tiene dinero claro.
Nuestras cosas siguen en algún punto de alta mar, suponemos.
Ya no podemos o no queremos vivir con tan sólo lo que trajimos en la maleta y lo que compramos “para ir tirando” hasta que llegara el contenedor. Mañana vamos a Myer a gastarnos otros soplecientos mil dólares en más cosas que necesitamos: batidora, discos duros, sábanas, cafetera, secador, bandejas, toallas, plancha, edredón, cuchillos...
Y yo… abandono mi plan de vivir la vida, descansar después de 20 años trabajando, de estudiar una tercera carrera o viajar. Me he dado cuenta de que no sé disfrutar del tiempo libre y el dinero si no lo puedo compartir con quien quiero.
Voy a trabajar.